
En algún momento de nuestras vidas se han presentado situaciones realmente
dolorosas, bien sea vividas por nosotros o por algún ser querido en donde, sin
pensarlo, hemos pronunciado con profunda FE y certeza las palabras: “TRANQUILO,
QUE EL TIEMPO LO CURA TODO”, y nada se aleja más de la realidad que esas palabras.
Quizás nuestra intención al pronunciarlas es buscar apaciguar el dolor emocional
propio o ajeno en un intento de hacerlo disminuir de alguna manera, pero el tiempo
por sí solo no cura nada, el paso del tiempo permite que la intensidad emocional
posiblemente disminuya por su propia naturaleza; sin embargo, no tiene el poder de
cerrar ciclos, cambiar dinámicas o mejorar nuestra calidad de vida.
Es por ello, que se hace necesario entender que si queremos algunos cambios en
nuestras vidas no podemos permanecer ajenos a ellos, es decir, no podemos actuar de
manera pasiva con nuestros procesos emocionales, no podemos pretender que solo el
paso del tiempo haga lo que hasta ahora nosotros mismos no hemos podido hacer.
Todo el dolor que no gestionamos, que no expresamos, queda en nosotros como un
volcán dormido; volcán que posteriormente estalla en alguna etapa de nuestras vidas.
En este sentido, las consecuencias de no asumir la responsabilidad de nuestros
procesos y dejarlos únicamente a manos del tiempo se encuentran asociadas a
indicadores de estrés, ansiedad e incluso depresión.
Algunas creencias erróneas sobre el manejo del dolor emocional
Parte de nuestra dificultad actual para lidiar con el dolor han sido justamente
sembradas en nuestra mente con creencias que solo han ayudado a complicarnos más
la vida. ¿Reconoces algunas de ellas?
- “NO LLORES, TIENES QUE SER FUERTE”
- “TRANQUILO, QUE EL TIEMPO LO CURA TODO”
- “NO VALE LA PENA QUE TE PONGAS ASI, NO ES PARA TANTO”
- “ESTE NO ES MOMENTO PARA LLORAR, LA VIDA SIGUE”
Gran parte de estas creencias son motivadas de la intención de disminuir a toda
costa el impacto emocional del momento, pero sin quererlo pueden llegar a
bloquearnos y a no elaborar nuestros propios duelos emocionales.
Cada situación que experimentamos siempre propone una lección que, sin duda,
debemos aprender, y sé que nada justifica el hecho de perder físicamente a un ser
querido, mas sin embargo en esas pérdidas también aprendemos el valor de muchas
cosas, incluyendo la vida.
El tiempo puede ayudar a que olvidemos alguna herida emocional; no obstante, es
necesario recordar que aquello que no sanamos vuelve, como si fueran fantasmas
emocionales; cuando no superamos algún proceso emocional quedan guardados en
nuestro interior, entonces, es allí posiblemente en situaciones similares cuando se
repita el patrón.
La invitación es a modificar el pensamiento y la creencia de que EL TIEMPO LO
CURA TODO; volvernos más activos con nuestros procesos, asimismo, sería
recomendable que mientras el tiempo sigue transcurriendo te involucres en sanar
heridas, aprender a gestionarlas, ya que te permitirá poder conectarte con el lado más
bonito de la vida, no te hará inmune al dolor, pero si aprenderás a no verlo como un
enemigo sino como un gran maestro de vida.
Daniela Parra Montero, Psicólogo Clínico
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