
Serenos también agredieron verbalmente a venezolanos.
La informalidad laboral en Perú es un delito; sin embargo, es el principal sustento de muchas familias. De hecho, La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que la informalidad en el país abarca el 81% de la recuperación del empleo total desde la segunda mitad de 2020 hasta el primer trimestre de este año.
Sin embargo, dedicarse al trabajo ambulante tiene algunos riesgos y, a veces, no es perdonado por los cuerpos seguridad de algunos distritos de Lima metropolitana. Así le ocurrió a un grupo de personas en Breña cuando el serenazgo arremetió contra ellos de manera violenta, como se observó en los videos que circularon en las redes sociales.
Una de esas personas que fue alcanzada por la violencia fue Richard Díaz García, un migrante venezolano de 31 años de edad, oriundo del estado Aragua quien optó por vender en la calle luego de sufrir una peritonitis generalizada hace un año y 8 meses que lo obliga a usar una bolsa de colonoscopia.
“Estábamos en la cuadra 7 de la avenida España cuando llegaron, como regularmente lo hacen. Nosotros (los ambulantes) nos fuimos al estacionamiento privado para resguardarnos con la mercancía y ellos irrumpieron en ese espacio privado para destruir nuestras pertenencias”, denuncia el joven que también vio como atacaban a su esposa e hijo menor.

Sin respeto a nada.
Díaz, cuenta que los funcionarios no se condolieron ni porque les advirtió sobre su condición de salud. A ello se suma que los insultos xenofóbicos que acompañaron los golpes: “veneco de mierda”, le dijeron en varias oportunidades.
Como si no fuera suficiente, le quitaron el poco dinero que habían logrado reunir durante la mañana del 16 de septiembre.
Abusos sin justicia
A pesar de los golpes que recibió, no pudo ser evaluado por un médico forense debido a que la revisión debe ser cubierta por la víctima. En un principio se negaron a entregaron el acta policial, pero tras varios intentos, le dieron el papel en el que quedó registrado que recibió golpes en el cuello, cabeza, cara , costillas, abdomen y hasta el tobillo.
“Mi hijo fue golpeado en la cabeza, cuello y espalda. También lo derribaron al piso; mientras que mi esposa tiene lesiones en diferentes partes del cuerpo”, agrega.
Luego de los maltratos hubo secuelas: “tengo dolores muy fuertes en una costilla. También me molestan los músculos y no puedo respirar en mi totalidad por que se afinca el dolor”, añade.
Díaz estuvo unos días sin trabajar, pero la necesidad lo obligó a volver al ruedo, pero bajo el asedio del serenazgo que podría volverlo a atacar, según señala.
“Yo solo les pido que hagan su verdadero trabajo, el de proteger, resguardar y ayudar. Que no se aprovechen de la situación para agredir, robar y maltratar independientemente la nacionalidad que tengamos”, finaliza.
No lo hacen sólo con los venezolanos, sino con todos; entonces que no ponga como bandera la nacionalidad. Esa represión la aplican también a muchos humildes peruanos.